miércoles, 10 de septiembre de 2008
en
13:29
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Ester
En términos reales escribir una autobiografía es bastante complejo y subjetivo. Por qué digo esto, es simple, mi punto de vista es variable y una biografía hoy día no será la misma mañana, ni tampoco a los 15 que a los 40 años, por lo tanto, sostengo que no creo en éstas, aunque me agradan, de todos modos, soy capaz de afirmar que es como querer atrapar la neblina con la mano o capturar un misterio en una biblioteca. He podido cerciorarme, que nací con dotes naturales y tengo la capacidad de aliviar cualquier dolor humano, incluso los que no tienen curación. Mi nombre no lo puedo decir porque es demasiado raro, suena mal a los oídos y no tiene traducción por lo menos en las lenguas conocidas.
Soy casi irreal por lo que he dicho antes. Jamás he sentido inseguridad, timidez o miedo. Mis padres son seres transfigurados y luminosos que sólo vi desde unas probetas en que estaban depositadas mis primeras células. Ellos eran completamente rojos y morados en las manos, supongo que es por la gran energía que poseen y que hace posible que puedan elevar y ascender la capacidad espiritual y emocional de quienes se les acercan.
También, es importante dejar establecido que por este tipo de padres tan extraordinarios que estuvo junto a mí toda mi niñez, nunca supe ni por atisbo lo que era un trauma ni menos sufrí alguna herida de ningún tipo, no estaba encerrado en ninguna burbuja, pero yo llegué muy bien preparado. He de decir, que en cuanto a cosas materiales, aunque no era algo que me quitara el sueño, porque todo se destruye, gocé de juguetes transportadores como bicicletas voladoras y discos parlantes de música sensitiva y extrasensorial que aumentaba la inteligencia. Corría el año 2050 y mi abuelito me contaba mientras bebía su mate criollo, que él cuando era un niño de doce años jugaba al pókemon y que éste era un juego que inició la serie de juegos solitarios en computador.
Mi primera polola, me quiso a mí solamente y jamás sentí celos de mi hermano o de mi mejor amigo, pese a que eran auténticas personalidades empáticas y de físico apolíneo, debe ser porque yo soy extraordinariamente bello y mi interior también lo es, dado que no doy cabida a la envidia, porque el color verde que produce es demasiado afeante. No quiero decir con esto, que en mí existen rasgos de vanidad, definitivamente no puedo describirlo así, porque se trata solamente de guardar cierto amor a la estética. De tal modo, que al no contabilizar ninguna frustración o pecado, esto último, que es conducta errática que va en contra de uno, según el cristianismo, siempre he estado contento. Sólo hablo de mi vida en estas líneas, el resto sería tema de otro documento.
El aula educativa ha sido mi mejor amiga, donde he aprendido gran parte de mis altos conocimientos.
Mis padres se apoyan en forma permanente en Mí porque estoy capacitado para hacerlo. Ellos, nunca me acomplejaron ni me dijeron una palabra errada que pudiera siquiera herirme someramente, las correcciones las hacían sutilmente y sin abuso de poder. Tampoco, me forzaron a realizar actos domésticos, bueno ya estaban las “nanas manos libres”, porque interiormente habían percibido que su hijo era un ser superior que ayudaría en la evolución humana para que ésta al fin evolucionara, no tanto en lo científico y tecnológico, sino en lo humanitario, antes que desaparezca por la estupidez que pobla tanto los sistemas mentales como gubernamentales. De tal forma, que estoy dirigiendo íntegramente mi sensibilidad a captar y capturar a aquellos asesinos de las intergalaxias, mis circuitos de silicio y plutonio me lo permiten.
sábado, 30 de agosto de 2008
en
20:43
| Publicado por
Ester
No estoy segura si es ese el bus que me llevará a Yerbas Buenas, ya son las diez de la noche, creo que me queda muy poco tiempo en este país, cada vez deseo más irme a Rusia, en la última carta insisten en la necesidad de que demos a conocer la Congregación allí, tengo que aprender pronto el idioma, voy muy lento.
¿Qué querrá este hombre? ¡no, no necesito que me limpie, por Dios que amable y ahora quiere que me saque el impermeable, espere un poco, déjeme sacarme la mochila, ¿cómo me manché, no me di cuenta que llevaba una mancha. Estaba bien, aquí está, parece buen hombre, demasiado atento, algo raro...
Costó conseguirme el diccionario, pero me será tremendamente útil, es difícil no usar dinero, pero se puede lograr, no quiero que pase por mis manos ni por un peso, mi objetivo es la pobreza y el despojamiento total, si no lo practico en forma radical nadie creerá que es posible. Piensan que la Providencia es una palabra pero, yo la palpo a cada momento con tus delicadezas Señor, tu preocupación constante por tus pobrecitas, no hay mayor placer para mí que estar contigo Señor y sentir tu luminosa presencia, eres la plenitud.
¡OH! mi diccionario...no lo encuentro, tampoco está mi agenda con direcciones de todo el mundo, no debo lamentarlo, no debo apegarme a nada, pero será muy difícil conseguirlos de nuevo. ¿De dónde habrán sacado que andamos con dólares?. Nunca pensé que un Terminal de Buses fuese un lugar de riesgo, en mi país no ocurre esto, se me olvida que estoy en Chile.
- ¡Oye Rulo! Consíguete algo mejor será, en vez de estar “echao” “aí”, ya no aguanto más la “gritaera” de los chiquillos por que no les tengo “comía”. El “perla” va a seguir cesante; si es pura flojera oh, trabajo a tu pinta vái a encontrar el 2010. Al primer jetón o jetona que pillís, siempre que no sea curita ni monja, vís que la Iglesia de la “pobla” “se pone” con “nohotros”, son tan re´locos que quieren parecerse a “nohotros”, siendo que ellos tienen güen mate y son de familias cuicas. Aemás los pué caer más desgracia Rulo, ¿me oyiste?
- Mira Patoja e´mierda, ¡deja de fregarme! Saís que cuando me aprietan las tripas no soy na´e fijao con el “cliente” o la “clienta”.
- ¡UFFF! Me cansé tanto correrla, pero no costó na´el traajo con la flaca de polleras largas. ¿Quéé? ¡no tiene ni un solo dólar y este libro y esta porquería ¿para qué me sirven por la chucha?
¡Juana! Ya pues, ¿qué te pasa?, me asustái negra ¡despierta! NEGRA, dijo Manuela, la cocinera de una casa de un Barrio Residencial de Temuco, eran las 8:00 en punto del día sábado. ---------------------------------------------------
Para Millantuy era posible penetrar en ese mundo nocturno, tan verdadero, quizás más que éste que solía presentarse ahíto de sufrimientos y prohibiciones, como el no poder contemplar a aquel que tenía bajo hechizo de amor, porque las tribus continuarían por largo tiempo en antagonía. Tenía que verlo, en esta vida o en otra.
Decidió visitarle una de esas noches en que el sueño se acerca aprisionando la cabeza con una embriaguez parecida a la que provoca esa agua picante que trajeron los “hombres caballos”. No correría riesgos, pues nadie la vería desplazarse por la tierra llana ni por la selva, a menos que alguien como ella transitara por esos estados exactamente el mismo día. Estaba segura que no, porque cada vez que defendía su convicción ante los miembros de la tribu, todas la contradecían. Recordaba bien que su abuelo Manquecura les contaba que si alguien se atrevía a cruzar “la barrera”, su espíritu podría quedar engarzado con otro y no retornaría. La encontrarían helada, pero no lo estaría, suponiendo que hallara al objeto de su desvelo, ardería por los cuatro costados, como la gran fogata que se prepara para celebrar las fiestas de los dioses protectores. Iba a estar en plena contemplación de aquellos ojos oscuros y envolventes que la habían encadenado, desde que se conocieran en el fondo del mar mientras buceaban y luego en esa cita en la copa del árbol tupido que colindaba con el río, donde comenzaba la vegetación desconocida. Por eso seguiría su deseo, ¿acaso los animales no lo hacen? Eso era vivir. El esperar era una imitación de la vida, que esperaran los cobardes.
Se incorporó de su espíritu y concentróse intensamente en el segundo sueño que es el más profundo, en tanto le acogió su camastro de hojas, cálido nido donde hacía un hito de los menesteres que la esperaban cada vez que salía el sol☼.
El nativo, Cobquecú, al verla llegar no mostró ni el más leve signo de sorpresa, como si acabara recién de verla. Presentaba un aspecto apesadumbrado, deteriorado, la cicatriz de la flecha que lo había herido gravemente por estar con la niña de los beligerantes, ya estaba sana, pero cierta tristeza o debilidad opacaba sus gestos. No la veía. Tenía la insensibilidad de la piedra, como si una montaña les separara.
- ¡¡Cobquecú!! Soy yo, Millantuy, la de las trenzas suaves, estoy aquí, tócame. Cobquecú permaneció sin responder. Millantuy empezó a sentir sobre sus hombros un peso muy grande, como cuando debía trasladar los tiestos de agua desde el arroyo, su paciencia menguó y paulatinamente se trocó en desesperación, al ver que todas sus acciones caían al vacío sin lograr atraerlo. Ni siquiera podía contarle la tremenda impresión recién vivida donde había cruzado por lugares iguales a la cueva del murciélago.
- ¡Cobquecú! –insistió- pude ver parejas de amantes que al igual que nosotros se han unido en este mundo. Todo aquello que no se puede hacer y mantenemos aprisionado, “aquí, sí se puede hacer”.
Un vago sentido del tiempo la hizo recobrarse, momento en que le ofreció el recurso materno de amamantarlo, descubrió su pecho canela muy lentamente a la vez que sentía como si le tirasen la saya, retrotrayéndola a una luz que le hería los ojos con dureza, agregábase a esto una nítida sensación que queda de los sueños auténticos, de estar bien, de no ser culpable. Sólo entonces, sintió el calor de sus manos grandes y fuertes estrechando uno a uno sus dedos, ensamblándose, pero en el momento en que resbalaba de sus labios la palabra mágica de reconocimiento, sus cuerpos fusionados resbalaron hacia la noche oscura del bosque, ofreciendo el lecho antiguo de las hojas húmedas y cómplices, las que no podían advertirles que dos ojos, al mismo tiempo que dos flechas les observaban detrás de los árboles milenarios.
Por más que Manuela tironeara a Juana, no despertaba y no le quedó más solución que comunicarle a la patrona que su compañera no se movía y estaba muy fría.
La nostalgia llegó ese día de supermercado al ver aquella silueta, el rostro adusto, la vida distante y aquellos sentimientos interpuestos que como galaxias de tiempo transcurrido confirmaba la frase “es tan corto el amor”*. Una brisa pretérita debió golpearme porque deseé con fuerza verle...y como si ese anhelo contuviera una energía mágica o premonitoria, en pocos minutos estaba allí, como si su aura buscase la mía, aunque él no lo supiera, ni menos lo deseara; le acompañaba una mujer de pelo tinturado, leve papada, ojos de sapo; él imponente belleza masculina que aumenta con los años.
Desde algún recodo mental escuché “por que te quiero a ti, por que te quiero, dejé los montes y me vine al mar”. Mientras cruzábamos los cerros de Talcahuano, abrazados apenas, delatando minúsculamente la atracción colegial, pero ningún tema en común, en su lugar un silencio rodeado de temores, atrasaba el deseo de besarse, porque es la primera vez, entonces se instala la vacilación, te quiero y me resisto, no te quiero, no te voy a dar ese gusto, puedo arrepentirme y luego el pudor impregna el aire mientras el uniforme se rigidiza. De todos modos, ambos o uno de ellos vislumbra y palpa que este momento es un hito en la historia individual.
El banco de la plaza se aburre de esperar una conversación animada y juvenil, no hay preguntas; sin embargo, él está ahí, le comunica su paz; ella no entiende, se aburre, los ojos de él se agrandan al mirarla, ella se mueve inquieta, no asimila bien la energía que él le entrega, tampoco alcanza a interpretar los signos de esa mirada, la timidez es unas tijeras que los desune a cada instante. Corren los años 70, es el hombre el que toma la iniciativa, su aroma a Flaño la envuelve, le mira las pecas, una por una, cada una de ellas es un sueño que tendrá con él en el futuro, cuando al declinar el cuerpo, surgen en el cerebro partes de la juventud como destellos felices en que será sin embargo, una pieza perdida de un rompecabezas.
Paseo del colegio, fin de año, él se sienta frente al mar, solitario; lo observas lejano, a propósito para que te acerques o acaso es realmente lo que aparenta, un solitario, como solitaria es la adolescencia, ese sufrir solo en el universo, colgando en el espacio totalmente negro.
Quieres estar con él, mirar el brillo del agua donde puedas contemplar sus pensamientos reflejados para conocerlo al fin, pero tu orgullo o quizás qué cosa, cuesta definir las cosas que sientes, el mundo es un cúmulo de sensaciones que te atosigan y no alcanzas a asimilarlas todas, esto se te traduce en miles de espinillas que te afean, tornándote eternamente insegura, entonces te frenas y desde lejos dejas a la arena, al mar que te lo usurpe, te quedas con tus amigas, al fin y al cabo tú eres “independiente” y “los demás”, los demás son esa tremenda barrera que te hace mantener distancia, esos mismos que en el futuro cuando te vean sufrir callada no cooperarán a la reconciliación. O fue él, tal vez, que le dijo que no quería nada contigo; suena en tus oídos la canción en la que te mandó un claro mensaje ”no quiero compasión, quiero amor sincero, tú y tu indiferencia, lograron alejarme, no quiero compasión”.***
Miro su amplia espalda y aquellas largas piernas que se alejan, empujando el carro de víveres, cesa mi retrospección al darme cuenta que los niños me gritan desde el sector de las galletas, mi marido con su habitual paciencia, ya tiene todo listo, incluida la comida para el perro, está acostumbrado a cierta distracción característica de su cónyuge, especialmente cuando se trata de comida.
Cree que no la vi, está bien, un poco avejentada, pero interesante, cuánto me hizo sufrir, cercenó el amor, cercenó todas mis intenciones, en realidad no la olvidé; creo que nunca la voy a olvidar, sólo necesitaba una mujer menos lacónica; amaba sus ojos almendrados llenos de misterio, su sonrisa exquisita, su pelo oscuro de tahitiana, cintura pequeña tenía, la amé mucho; fue la primera a la que me atreví a hablarle, pero me hizo sentir estúpido, hasta que la Eli tomó la iniciativa y me dejé llevar por ella, hasta que nos casamos. Lo que no me explico (quizás nunca me quiso), es por qué aún la veo en mis laberintos nocturnos y estamos reconciliados (no supe nada exacto de ella); al fin nos miramos de nuevo con calidez, nunca la vi con nadie en ese tiempo, pero ella no me quería. Una voz imperativa lo saca de sus pensamientos:
-René, Renée, ¡qué te pàsa!!
- Nada Eli, estaba sacando cuentas mentalmente.
- Haz el cheque! El carro está listo. -----------------------
* verso de un poema de P: Neruda
** Canción de Joan Manuel SERRAT
*** Canción de un conjunto musical español, años setenta.
No podía ser que le diera espacio a esa congoja tan acentuada, como cuando se despide en el andén a alguien muy querido y se reprime el llanto hasta que se ha marchado.
Clara se consideraba lectora empedernida. El libro le había cautivado quizás más que otros, por ese sentimentalismo casi femenino del poeta y por lo mismo al leerlo sintió que parte de su ser estaba ahí. Sin embargo, le parecía a ratos exagerado, le sobrepasaba su propia sensibilidad, hasta llegar a lo empalagoso. Libro reliquia, amarillento, tal vez de edición única.
Disfrutó la obra a solas, como suele hacerse. Asistió a un Club Privado y la llevó, almorzó en su compañía. Tuvo que ausentarse de la ciudad en varias ocasiones pero, lo incluía en cada viaje. Antes de dormir eran unas líneas del volumen que la tranquilizaban para conducirla suavemente a un estado de descanso perfecto. Al despertar era una acicate, un estímulo que la hacía saltar con agilidad desconocida de la cama, antes de ir a sus clases en el Liceo de Niñas de Concepción.
El texto en sí no contaba grandes maravillas, todo era conocido, ahondó en las penurias, pequeños logros literarios, la llegada lenta del éxito, observaciones y reflexiones que apuntaba en sus paseos por Europa, las cartas que enviaba a su esposa, Clara Rilke, desde el año 1902 adelante, otras dirigidas a Rodin, el escultor, al pintor Zuloaga, a gente notable de la época.
Expiró el plazo del préstamo del libro, con desazón lo devolvió, como si tuviera pendiente fotocopiar algo importante y que nunca más encontraría, o bien anotar las páginas a su entender, relevantes o finalmente, obviando la carestía y la dificultad de encontrar una edición como esa, buscar el ejemplar en el comercio y comprarlo. En todas estas cavilaciones demoró más de la cuenta en la entrega.
Esa noche sintió un vacío. No extrañaba la trama entretenida, como ocurre con las novelas que hacen olvidar completamente todo, hasta que llega el momento de volver a la realidad y se hace imperativo aprehender de nuevo el yo. No, era un curioso sentimiento de pesar, de extrañar a alguien con quien se ha sintonizado perfectamente, una sensación indefinible de paz muy cercana a la felicidad beatífica. Lo que sentía ahora, le provocaba un agudo desacomodo espiritual, un desajuste, como cuando nos falta una o dos piezas para completar el puzzle más fácil.
Ese alguien o ese algo inefable, inasible, estaba mudo como un fantasma, muerto de nuevo, aunque por razones de este mundo no podía ir a recuperarlo y le sobrevino una acentuada aflicción. Buscó la ventana con inquietud y miró el cielo, luego divisó entre los árboles más allá del horizonte, el infinito, donde ella, Clara Rilke, extrañaba a RAINIER y esperaba que la ventana le anunciara en cualquier momento la llegada del tren que venía desde la costa de Europa.
sábado, 19 de julio de 2008
en
17:15
| Publicado por
Ester
Para ti mi casa la construí con puertas fáciles, sólo mueves un biombo de flores y pasas. Te diriges al cuarto que te apetezca, La ventana que te saludará es amplia.
También es para ti. Desde allí contemplarás el paisaje más hermoso que recuerdes.
El sillón mullido te hará señas y te envolverá tibiamente como mujer perfumada y felina, te invitará a recordar algún momento sensual, te invitará a leer o lo que quieras, allí está para ti
luego si deseas comer algo lo que no te hace daño está en mi cocina compuesta de vegetales como en una selva estiras la mano y tienes la fruta tienes el pan cultivado por mí amasado por mí para ti.
Ahora si deseas dormir o escuchar música nuestros gustos son similares.
El dormitorio está plagado de estrellas matutinas y nocturnas, la luna más esplendorosa te espera y si no deseas nada de aquello cierras la cortina pesadamente oscura de la noche, la paz sobrevendrá a esta pieza de meditación y extravíos amorosos en un sueño profundo y reconfortante como el de un niño acariciará tus sienes.
El baño aunque la austeridad es mi sello he dejado jabones exóticos y sales aromáticas por si deseas bañarte, y toallas muy suaves para esa piel que cubre lo mío.
hay cuatro llaves agua de mar, agua de la tierra, de vertientes andinas y cataratas australes.
El patio está lleno de árboles frondosos, sacados de ese cuento que leías en tu niñez, de quintas que soñaste con producir, pobladas de flores y pájaros.
Hay silencio, una pileta pequeña, arrullo y ruidos por doquier si lo deseas, es para ti. Disculpa, Voy a estar ausente, Mi presencia estará no sé exactamente en que sueño pero éste, te lo regalo.
Ah, se me olvidaba las paredes, encontrarás pinturas, homenajes a tu obra y algunas fotos de mi rostro que te gustó alguna vez.
Otra cosa, si sientes soledad no tienes más que desearlo y vendrá a hacerte compañía, ella La Maja..
No hay. No existe más que el amor que se puede escribir. Para vivirlo se expande el universo ante tu paisaje ante los fuegos, esos dos fuegos ante tu estatura. Es tuya tu figura pero ahora me pertenece tomo posesión de tu territorio amor. Te tomo al amarte ahora cuando los trenes han quedado sin estación y sólo hay un lamento de árboles latiendo.
El río baja hacia la oscuridad de la noche así como mi sangre hacia tu molécula más íntima que te mueve hacia mi como planta sedienta.
Frenos pondré no resultan al restallar las estrellas y las cosquillas que guarda mi falda no puedo olvidar que mañana no existiremos y que quedará de la inmanencia del tiempo? en que tuvimos en la mano todas las respuestas al por qué estamos aquí.
La realidad fugaz y esquiva como un sueño que no alcanzo me dice que tú eres en esos caminos solitarios el abrigo, el puente, el contacto con el cielo, en que yo mínima y oscura busco a ciegas una salida pero me dejas sola y no hay nada que repare tu ausencia.
La poesía provoca hambre. Algunos conocieron al poeta que vivía sin comer la poesía lo mató, enderezaba vientos. Otros conocieron al poeta que en plena dictadura reclamaba sueldo. lo declararon loco, más bien recibió bofetadas de sorna e indiferencia.
Otros me conocieron a mí que no tengo sueldo, no como, y sigo la faena de ayudar a enderezar el viento.
Vendí mi mente mis manos mis pasos. La selva de inversión se tragó todo quedé transformada en cemento y número mis sueños reclamaban desde las ventanas agitaban pañuelos desde su territorio marginal. Pero no pude volver atrás había vendido mis pasos. Miré y todavía brillaba algo en mis manos callosas.
Virgen de las esquinas R. por N. Virgen de la calle vieja y sucia R. por N. Virgen de las mujeres golpeadas R. por N. Virgen de las mujeres mal amadas R. por N. Virgen de las mujeres ingenuas R. por N. Virgen de los marginados R. por N. Virgen de los niños expulsados a la calle R. por N. Virgen de los esquizoides R. por N. Virgen de la gama de neuróticos y sicóticos R. por N. Virgen de los ateos R. por N. Virgen de los apáticos R. por N. Santos de la calle
Un astronauta lleva un abanico japonés el sol de primavera bajo las bungavilias recorre en bicicleta antigua aquel magnolio de Julio para plantar una flor de maravilla. Un pez anhelante de corales rosa sueña con vivir en un zapato viejo pero esa lágrima sin derramar en el ojo amante con pincel cromático es pieza iluminada de voces serenas en ambiente de terciopelo se instalan un plato de madera y una taza de greda.
Solo hay un día en que tropiezo con la palabra nosotros. acude torrentosa como manantial detenido largo tiempo abraza como esporas.
Multiplíca ese espacio clandestino en que no hay poder ni posesión sólo la palabra donde la libertad peregrina se detiene a curiosear en medio de algún libro antiguo del que se precipitan flores secas, libros sin escribir, mientras el reloj asustado hostiga y aguarda el minuto de interrupción más honda que desbarata esa palabra con el desparpajo de la muerte.
El golpe de la sangre, el latido acelerado, muchas gaviotas han emprendido el vuelo.
El cielo se despeja de nubes, las ropas caen, el amor largo tiempo contenido es abrazo intenso que no abarcará nunca lo que tiene que abarcar.
Se enfría el viento, siguen cayendo las hojas, los árboles lagrimean, Venus arranca de uno de los dos corazones, bromea como siempre, desde ese momento el encuentro se torna insípido. Venus ríe juguetona desde lejos.
El café suple algo que me falta. No sé si es la costumbre de tener el ánimo arriba de un árbol o es que posee algo de amistad cálida que me recorre la médula. Acaso reemplaza algún tejido cerebral que se extravió en la preocupación de turno y trata de reconfortarme sublimando amores inconclusos gravitantes en los ávidos recodos del viento. No lo sé, pero reconozco alguna energía de bastón más o menos dañino, que hace por mí lo suficiente como para perdonarle su tóxico veneno.
2
El hastío suele introducirse por mis faldas después de transitar en alguien más cansado que lo ha dejado flotando a la espera de una distraída sin defensa se cuela silencioso y transparente como un virus y lo intenta todo para cruzar las capas de esta existencia y lograr que renuncie al mundo para dejarlo a otros que verdaderamente merezcan quedarse, entonces mi mano vacilante abre el estante y detestando las drogas ingiero un tapsin período.
El tintineo de la cuchara es música leve anuncio de su presencia. Lentamente, sus manos, como sus pasos se mueven y despejan cortinas, horas y silencios.
El milagro de sus ojos nonagenarios contemplan sorprendidos otro día. Su cuerpo absorbe sol del té la vida acontece iluminada esa palabra insiste en su materia presente durando.
Y antes que arranque mis ojos de lluvia estampo dudas y certezas de la presencia de luz ignorada.
El desayuno momento único nunca repetido en que aún escucho los sonidos amados preciso como minuteros del reloj mi labor cumbre es sellar este día en que no se apagarán.
Porque la poesía sirve para algo como triturar rutinas y buscar verdades, aunque esta búsqueda sea el intento colosal de capturar trofeos de neblina asiendo con las manos ávidas esculturas de arena.
Así y todo Madre hoy eres eterna en este poema antes que te vayas, antes o después de mí.
El día que me convertí en guitarra exhalé un sonido ajeno a lo terrenal altísimo y potente que despertó ángeles y algunos demonios.
El día que me convertí en guitarra alcé mi diminuto cuerpo fuera de este mundo como un cohete lunar.
El día que me convertí en guitarra los dedos musicales se posaron en las cuerdas y fueron despertando notas como quien despierta volcanes acallados por largo tiempo.
El día que me convertí en guitarra sos dedos musicales se posaron en mis tensas cuerdas y arrancaron música apasionada de fuego abrasador.
El día que me convertí en guitarra supe que para sonar bien, el pulsador tiene que ser delicado, experto, intuitivo, para convertirnos en un dúo único.
Porque ese día, la guitarra, las notas, los dedos se hicieron música de confines que alcanzaron el oído de los esquimales y sin que mediara espera como sólo puede hacerlo la música, atravesaron profundas aguas hasta llegar a los últimos onas y alacalufes.
La lluvia desde adentro amenaza. No hay por qué algunos días no hay verdad ni mentira sólo el silencio blanco que viene hacia mí hasta aturdirme en sueños amenaza matarme y que puedo hacer esperar el siguiente turno.
Entonces dejo de ser agradecido y me convierto en algo informe fatuo y estúpido. La congoja me coge con sus manos que sofocan cierta pena marcha insegura desde lugares que desconozco y vienen para reventarme un poco más, un poco más
La noche avanza con sus lupas de plata busca corazones solitarios y los imanta para sí. de ellos se alimenta y se dice no romántica y que pasará después cómo puedo saberlo solo sé que estoy embargada de vida y de mil soles que se agitan de vientos y retruécanos sin sentido y mi brújula cada vez la entiendo menos se va envuelta en luces fatuas en letreros luminosos que dejé de ver hace mucho tiempo. Busco en la montaña el silencio que informe algo de mí algo de lo aprendido y no avanzo, al contrario me siento cada vez más confusa más perdida más extraña, no soy de aquí, sólo estaré un tiempo. Siento que he perdido algo y lo tengo todo que calma llega después del cansancio. No hay serenidad si no ha habido perturbación
No cabe más en este momento está ahíto de instantes y puede estallar no quiero irme en ese estallido pero sería armonioso
Hoy temo dormir, tal vez sea la última vez.
Qué pasa por dentro, cómo entender que soy qué hay en mi!!
Algo se mueve, algo está vivo soy yo y no me doy cuenta que sí, que estoy viva tomo conciencia que soy un universo y que en mí están todas las respuestas todos los paraísos y los infiernos sumergidos en mis venas
Captando el sonido que iba de la mano del viento número catorce
El que aprieta la garganta del aire
El aire funciona siempre
No se agota, sólo se ensucia,
De gente, de máquinas.
El aire envejece gracias a uno
uno rejuvenece gracias al aire
Energía emerge de mí como de un tobogán, rápido plácido,
Elegante, discretamente taciturno
La melancolía se cuela por los hoyos del ¤.
por la putrefacción de las esquinas
instaladas en la noche drogadicta
que gusta de tragar sangre joven,
absorbiendo sueños de niños,
de tratamientos craneales,
de protuberancias absortas en la idea
en la noche recogida en moños estelares,
en seculares libros amarillos,
en bibliotecas mortecinas de relojes.
De manos insólitas buscando barcos hechizados de horizontes,
Flaquean las piernas en el muelle delirante,
Tras el navegante arcaico.
Cogen sutiles cartas ahítas de tiempo y camino, robando aventuras
Aislas temerosas,
Acoyotes empujados al abismo
Despedazados en rocas marinas,
Muertos en acantilados nocturnos,
Rotos los bolsillos enfrenta rostros neutros,
Que sigilosos vuelven los párpados
Hacia la luz victoriosa
Mientras lunas oscuras cargan las espaldas insolentes
Rogando para que no se muevan las serpentinas del caos.
Enrolladas las cortinas del teatro
Cupen miles de calcetines en algunos hoyos del agujero inventado.
En cuanto se puede se pasa este vertiginoso alud de remezones,
De nubarrones costilares, coscolares, rubilidantes, aciditantes,
Más que inquisiquietante.
Días agrietados por la pudrición del ambiente,
por la costra inmediata de la madera,
Urge iniciar plegarias y abrir cortinas de colores,
Furiosas tonalidades que intimiden la tristeza, la soledad pedida.
Urge soñar en tutelares pirámides en que todo converge
a la unidad armónica universal,
En que la música es superior, en que gana siempre la luz.
Urge esperanza hasta las cavidades más negras de los túneles individuales,
De los hoyos negros del corazón.
Urge vivir de verdad y no a medias,
Desenrollando latidos emocionados, latentes estupores y asombros,
Donde el prado, el mar sean tan benignos como se ven,
Las montañas se puedan montar tan fácil como se ven.
Es bueno tomar aviones rumbo al deseo al fin encontrado.
Es bueno escuchar noticias distintas que hablen de algo que no sea de fracaso social,
que no sea desgracia individual.
Es bueno inventar televisores ingenuos y poéticos en que podamos asumir
Un pequeño grado de felicidad estelar y gótica.
Es bueno recibir cartas con rayas de colores que traigan un aroma africano
o guatemalteco, donde te anuncien tu renuncia a la frustración,
tu ascensión a la capacidad mayor de quererte un poco más cada día.
Cabe en las manos lluvias de plata,
El smog desalojado de los pulmones se retira al abismo para no dañar.
Cabe en las manos millones de dudas que vuelven el rostro hacia esferas cargadas de casualidades,
en las que mis zapatos pasean libremente por costaneras de luz y ¤,
en que el ¤ se toma de tu mano y susurra una calidez desconocida.
Cabe en las manos cúmulos inertes de esperanzas rotas que no se cansan de esperar resurrección en el próximo aliento de la línea transversal del trópico.
Cabe en las manos todos los tropiezos que enseñan a vivir,
Aunque se sufra una larga espera y un desencanto
frente al mar frío y oscuro.
Cabe en las manos todo lo que tú quieras, todo lo que quieras y querrías para siempre,
Siempre y cuando acuerdes conmigo en que
Cabe en las manos aquello que deseas
Siempre y cuando te atrevas a escribir
cuando una parte te dice no y otra sí, como siempre,